Considerada un ejemplo de comercios rurales, “La Esquina de Argúas” comenzó a funcionar en 1817 siendo Juan Argúas su primer pulpero.
Esta pulpería bicentenaria es una de las más antiguas del país y de las pocas que siguen en pie en la Provincia de Buenos Aires. La construcción conserva sus características originales de rancho antiguo de adobe bien conservado, con su mostrador y enrejado intactos.
Las pulperías desempeñaron un rol fundamental en la campaña bonaerense en tanto su número y dispersión demostraba la existencia de una red de comercialización que llegaba hasta los puestos fronterizos más lejanos (frontera entre el mundo aborigen e hispano-criollo). Vendían desde alimentos y vestimenta hasta calzado y medicinas; se alquilaban carretas y funcionaban como oficina postal. Además, eran el punto de encuentro y reunión social, donde se armaba una partida de naipes, se podía beber una copa, cambiar caballos, y a veces alojarse para dormir unas horas y continuar viaje.
